Un proyecto político en el que se definan todas las actuaciones políticas, infraestructuras, servicios, patrimonio, sanidad, vivienda, educación, cultura, ocio, etc.-, para el periodo de mandato y apoyado con el presupuesto económico para el desarrollo de ese propósito, es necesario y fundamental para que la ciudad avance. Esta debe ser una exigencia de la sociedad para con los partidos políticos, de tal manera que, cualquier persona pueda valorar, al finalizar el periodo de gobierno, en que porcentaje ha cumplido con ese programa y si merece la confianza o no para un próximo mandato.
Del mismo modo y paralelamente es necesario que el talante de las personas que participan en política asuman como condición sine qua non, el diálogo, la participación, la tolerancia y el respeto hacia las personas y sus derechos individuales. El diálogo con los partidos y los ciudadanos, la participación con las asociaciones sociales: vecinales, empresariales, sindicales, medioambientales, etc. La tolerancia a la divergencia y por supuesto al respeto de las personas, dado que ellas, no deben ser el centro del debate político, sino sus ideas, las cuales deben confrontarse y debatirse con argumentaciones razonadas.
Esta obviedad, contrasta con lo que hemos venido percibiendo en el panorama político de este municipio, donde la atención informativa se ha centrado en los representantes públicos, que con sus comportamientos y aptitudes, conscientes o no, vienen contribuyendo al deterioro político e institucional, lo cual es lamentable y preocupante en un municipio que se proyecta como una gran ciudad política.
Hacer política no debe pasar, en ningún caso, por el descrédito personal como se viene apreciando en nuestra ciudad, pues el centro de la cuestión y del debate en todo caso son los planes, proyectos o ideas que se formulen sobre la ciudad y para las personas. Esas ideas se pueden combatir negativamente, no aportando nada al debate como ocurre en muchas ocasiones, o aportando proyectos alternativos, cuando esas críticas se utilizan constructivamente, siendo este el único modo en que los partidos políticos, puedan tener credibilidad ante los ciudadanos.
La falta de información, claridad y transparencia en cada una de las acciones políticas, así como que la oposición no disponga de los mecanismos de control necesario, en todas y cada una de las comisiones en donde intervenga la administración, facilitan la opacidad y el caldo de cultivo para este tipo de escándalos.
Del mismo modo, se puede hacer política teniendo en cuenta, o no, los movimientos sociales y empresariales en función del estilo democrático que tenga el grupo de gobierno de cada momento, y aunque la mayoría de las fuerzas políticas entiendan, que la democracia representativa es la única voz que se deba tener en cuenta, al margen de la democracia participativa, los efectos que produce esta práctica, ajena a lo que la sociedad demanda, son las contestaciones sociales reivindicativas posteriores frente a esta forma de gobernar y hacer política, lo que nos hace afirmar que no sólo es compatible sino necesaria y lo único que entraña es sentarse con las fuerzas sociales y tener la capacidad política para hacer compatible ambas aspiraciones.
El intentar imponer el pensamiento único a través de las corrientes de opinión, cuando no se tiene argumentación, conocimiento o idea para contrarrestar aquello que es cuestionado, y se intenta la descalificación personal como medio de destruir al contrario, a pesar del derecho a la dignidad de las personas que nuestra constitución consagra, es más propio de regímenes de otro tiempo, que de un estado democrático. Claro que, no es lo mismo asumir un estado democrático como parte de nuestra vida, que convivir en un modelo democrático, y esa diferencia, posiblemente sea el verdadero problema que existe en el trasfondo de la política municipal.
Así, mientras conocemos las presuntas irregularidades y los calificativos que manifiestan los unos y los otros, desconocemos los planes, proyectos o acciones que se están realizando así como sus alternativas para crear una ciudad más dinámica, que es en cualquier caso lo que nos interesa a los ciudadanos.
Al plano político le corresponde aportar ideas, debate, votación y consenso del mismo modo que exponerlos y defenderlos en los foros que considere, así como luz y taquígrafo para que los medios públicos nos informen y las personas podamos tener un conocimiento real de lo acordado y tener un juicio de valor ajustado. Con Políticas claras, transparentes, participativas y debatidas se puede estar de acuerdo o no pero no deja lugar para que se realicen descalificaciones personales.
Si sembrar la duda sobre las personas debe ser condenable socialmente, el no acudir al juzgado correspondiente, cuando esa duda está fundada, es igualmente condenable.
Del mismo modo y paralelamente es necesario que el talante de las personas que participan en política asuman como condición sine qua non, el diálogo, la participación, la tolerancia y el respeto hacia las personas y sus derechos individuales. El diálogo con los partidos y los ciudadanos, la participación con las asociaciones sociales: vecinales, empresariales, sindicales, medioambientales, etc. La tolerancia a la divergencia y por supuesto al respeto de las personas, dado que ellas, no deben ser el centro del debate político, sino sus ideas, las cuales deben confrontarse y debatirse con argumentaciones razonadas.
Esta obviedad, contrasta con lo que hemos venido percibiendo en el panorama político de este municipio, donde la atención informativa se ha centrado en los representantes públicos, que con sus comportamientos y aptitudes, conscientes o no, vienen contribuyendo al deterioro político e institucional, lo cual es lamentable y preocupante en un municipio que se proyecta como una gran ciudad política.
Hacer política no debe pasar, en ningún caso, por el descrédito personal como se viene apreciando en nuestra ciudad, pues el centro de la cuestión y del debate en todo caso son los planes, proyectos o ideas que se formulen sobre la ciudad y para las personas. Esas ideas se pueden combatir negativamente, no aportando nada al debate como ocurre en muchas ocasiones, o aportando proyectos alternativos, cuando esas críticas se utilizan constructivamente, siendo este el único modo en que los partidos políticos, puedan tener credibilidad ante los ciudadanos.
La falta de información, claridad y transparencia en cada una de las acciones políticas, así como que la oposición no disponga de los mecanismos de control necesario, en todas y cada una de las comisiones en donde intervenga la administración, facilitan la opacidad y el caldo de cultivo para este tipo de escándalos.
Del mismo modo, se puede hacer política teniendo en cuenta, o no, los movimientos sociales y empresariales en función del estilo democrático que tenga el grupo de gobierno de cada momento, y aunque la mayoría de las fuerzas políticas entiendan, que la democracia representativa es la única voz que se deba tener en cuenta, al margen de la democracia participativa, los efectos que produce esta práctica, ajena a lo que la sociedad demanda, son las contestaciones sociales reivindicativas posteriores frente a esta forma de gobernar y hacer política, lo que nos hace afirmar que no sólo es compatible sino necesaria y lo único que entraña es sentarse con las fuerzas sociales y tener la capacidad política para hacer compatible ambas aspiraciones.
El intentar imponer el pensamiento único a través de las corrientes de opinión, cuando no se tiene argumentación, conocimiento o idea para contrarrestar aquello que es cuestionado, y se intenta la descalificación personal como medio de destruir al contrario, a pesar del derecho a la dignidad de las personas que nuestra constitución consagra, es más propio de regímenes de otro tiempo, que de un estado democrático. Claro que, no es lo mismo asumir un estado democrático como parte de nuestra vida, que convivir en un modelo democrático, y esa diferencia, posiblemente sea el verdadero problema que existe en el trasfondo de la política municipal.
Así, mientras conocemos las presuntas irregularidades y los calificativos que manifiestan los unos y los otros, desconocemos los planes, proyectos o acciones que se están realizando así como sus alternativas para crear una ciudad más dinámica, que es en cualquier caso lo que nos interesa a los ciudadanos.
Al plano político le corresponde aportar ideas, debate, votación y consenso del mismo modo que exponerlos y defenderlos en los foros que considere, así como luz y taquígrafo para que los medios públicos nos informen y las personas podamos tener un conocimiento real de lo acordado y tener un juicio de valor ajustado. Con Políticas claras, transparentes, participativas y debatidas se puede estar de acuerdo o no pero no deja lugar para que se realicen descalificaciones personales.
Si sembrar la duda sobre las personas debe ser condenable socialmente, el no acudir al juzgado correspondiente, cuando esa duda está fundada, es igualmente condenable.
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