La posibilidad de disponer de un Ayuntamiento moderno, descentralizado administrativamente y socialmente, o por el contrario, continuar con el Ayuntamiento que todos conocemos, es responsabilidad de todos los ciudadanos.
Creemos que es posible, un modelo político que cambie, el urbanismo de los ladrillos, por la defensa de la urbanidad de sus residentes, una ciudad activa, que estimule y canalice el aumento de demanda de protagonismo de los habitantes en los asuntos públicos, que dinamice los nuevos valores y las nuevas actitudes ciudadanas, donde sean los coautores y participes de su propia ciudad.
Del mismo modo entendemos que las políticas, de participación ciudadana no es un problema de una concejalía en particular, son políticas transversales, por tanto, o hay Ayuntamientos participativos o no hay Ayuntamientos participativos. La participación es un valor añadido, un plus de calidad que se debe sumar a todas las políticas municipales y no un mal con el que hay que convivir y a los que se les ofrecen algunas migajas en esa participación.
En este sentido consideramos que, hay que defender el principio de subsidiariedad, especialmente aquello que los franceses llaman servicios de proximidad. Se trata de que, aquello que se deba hacer, que lo realice, el que esté más próximo de la realidad. Del Estado a la Comunidad Autónoma, de esta a los Ayuntamientos, y de estos a los Distritos.
Para ello es necesario disponer de una administración municipal comunicativa, relacional y cooperante. Esto supone, iniciar un debate -administración y sociedad civil- sobre lo que supone la cogestión de equipamientos y servicios municipales con las organizaciones asociativas, e iniciar un proceso de adecuación de las estructuras y normativas municipales a fin de poder abordar con garantías las nuevas realidades.
De la misma forma es posible, reestructurar la administración, tanto administrativamente como técnicamente, ello implica prever las inversiones de los edificios de los distritos, las redes informáticas y telemáticas, así como, que esos edificios estén interconectados, con la sede central del propio Ayuntamiento, bien a través de intranet o Internet. Así como la planificación y creación de una base de datos centralizada e integrada, tanto horizontal como transversalmente, de todos los departamentos y procedimientos administrativos de la institución, que beneficien a la sociedad y cumplir con las exigencias europeas.
De igual manera entendemos, que es posible, desarrollar una Agenda Local 21, como eje fundamental de las políticas municipales, que permitan abordar todas las acciones de forma integral, que contemple los problemas, como es el elevado consumo de recursos, la creciente generación de residuos, la habitabilidad de nuestras ciudades, el uso del suelo, la contaminación atmosférica y acústica, la movilidad, la educación, etc.
Obviedades como las anteriores podrían parecer novedosas, sin embargo, no son más que conceptos de sentido común, como consecuencia de analizar normas, protocolos o Leyes, que están vigentes, por lo menos desde hace una década, como es el caso de la Agenda 21, o la ley para la modernización de los ayuntamientos y que sin embargo en este municipio no se ha estado a la altura de las circunstancias o simplemente no se aplican.
La aplicación de estas demandas son las que necesitamos los ciudadanos, que simplificándolo podemos decir, que cuando las personas sean el centro de las políticas municipales, que a su vez, esas políticas, sean respetuosas con el medioambiente y que sean posibles defenderlas, sin que las descalificaciones personales sean el argumento, y no las alternativas a esas ideas, son las que producen las condiciones y contenidos para comenzar a hablar de la ciudad de los ciudadanos.
Creemos que es posible, un modelo político que cambie, el urbanismo de los ladrillos, por la defensa de la urbanidad de sus residentes, una ciudad activa, que estimule y canalice el aumento de demanda de protagonismo de los habitantes en los asuntos públicos, que dinamice los nuevos valores y las nuevas actitudes ciudadanas, donde sean los coautores y participes de su propia ciudad.
Del mismo modo entendemos que las políticas, de participación ciudadana no es un problema de una concejalía en particular, son políticas transversales, por tanto, o hay Ayuntamientos participativos o no hay Ayuntamientos participativos. La participación es un valor añadido, un plus de calidad que se debe sumar a todas las políticas municipales y no un mal con el que hay que convivir y a los que se les ofrecen algunas migajas en esa participación.
En este sentido consideramos que, hay que defender el principio de subsidiariedad, especialmente aquello que los franceses llaman servicios de proximidad. Se trata de que, aquello que se deba hacer, que lo realice, el que esté más próximo de la realidad. Del Estado a la Comunidad Autónoma, de esta a los Ayuntamientos, y de estos a los Distritos.
Para ello es necesario disponer de una administración municipal comunicativa, relacional y cooperante. Esto supone, iniciar un debate -administración y sociedad civil- sobre lo que supone la cogestión de equipamientos y servicios municipales con las organizaciones asociativas, e iniciar un proceso de adecuación de las estructuras y normativas municipales a fin de poder abordar con garantías las nuevas realidades.
De la misma forma es posible, reestructurar la administración, tanto administrativamente como técnicamente, ello implica prever las inversiones de los edificios de los distritos, las redes informáticas y telemáticas, así como, que esos edificios estén interconectados, con la sede central del propio Ayuntamiento, bien a través de intranet o Internet. Así como la planificación y creación de una base de datos centralizada e integrada, tanto horizontal como transversalmente, de todos los departamentos y procedimientos administrativos de la institución, que beneficien a la sociedad y cumplir con las exigencias europeas.
De igual manera entendemos, que es posible, desarrollar una Agenda Local 21, como eje fundamental de las políticas municipales, que permitan abordar todas las acciones de forma integral, que contemple los problemas, como es el elevado consumo de recursos, la creciente generación de residuos, la habitabilidad de nuestras ciudades, el uso del suelo, la contaminación atmosférica y acústica, la movilidad, la educación, etc.
Obviedades como las anteriores podrían parecer novedosas, sin embargo, no son más que conceptos de sentido común, como consecuencia de analizar normas, protocolos o Leyes, que están vigentes, por lo menos desde hace una década, como es el caso de la Agenda 21, o la ley para la modernización de los ayuntamientos y que sin embargo en este municipio no se ha estado a la altura de las circunstancias o simplemente no se aplican.
La aplicación de estas demandas son las que necesitamos los ciudadanos, que simplificándolo podemos decir, que cuando las personas sean el centro de las políticas municipales, que a su vez, esas políticas, sean respetuosas con el medioambiente y que sean posibles defenderlas, sin que las descalificaciones personales sean el argumento, y no las alternativas a esas ideas, son las que producen las condiciones y contenidos para comenzar a hablar de la ciudad de los ciudadanos.
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