domingo, 22 de noviembre de 2009

CUANDO LA PALABRA SE SUSTITUYE POR LA JUSTICIA

Cuando los políticos aparecen ante la sociedad como tutores de la integridad, la entereza o la decencia en la gestión política, pero no hacen lo posible para facilitar la documentación, los medios materiales, los tiempos precisos o los foros ciudadanos normados para ponerlos a disposición de las distintas representaciones políticas y sociales y por el contrario requieren que sus acciones se fundamenten en actos de fe, no sólo no facilitan un principio democrático básico, como es el debatir en el mismo contexto de igualdad, sino que con sus acciones se transponen intelectualmente a otro modelo político.

Los actos de fe corresponden al terreno religioso y personal. Los sistemas democráticos se definen por disponer de foros transparentes y reglados para debatir ideas que interesen a la sociedad y, en las mismas condiciones y circunstancias de igualdad para todos, en la medida que se hurte una de estas condiciones saben que van a generar desconfianza, que una vez valorada por sus efectos sociales o de interés son trasladadas a la justicia para que repare su vulneración. Por lo tanto los políticos saben que cuando en los escenarios acordados democráticamente no se establecen criterios claros por razones interesadas, se están facilitando acciones opacas u oscuras para la creación de un caldo de cultivo incompatible con el desarrollo democrático, preparado potencialmente para acciones ilícitas de las que se acusan mutuamente y cotidianamente los responsables políticos.

Siendo esto así, parece claro que todos los políticos saben cuáles son los remedios para combatir la corrupción, la sospecha, las amenazas, el chantaje y la sustitución de la vida política por la justicia. Sin embargo no parece que esta generación de políticos esté dispuesta a aprender la lección para modificar sus comportamientos, quizás porque la gran mayoría de las “vacas sagradas” que continúan dirigiendo los partidos les cuesta dejar atrás una etapa de sus vidas y sólo han aprendido a convivir en un sistema democrático con las mismas artimañas del pasado, quizás porque sólo defiende los intereses de partido, que en muchos casos son coincidentes con los empresariales o quizás porque como dicen algunos, por intereses no confesables.

Resulta incomprensible que esta sociedad haya apostado por un sistema democrático, donde uno de los principios básicos para el entendimiento es la palabra y la transparencia y por el contrario nuestros políticos prefieran bordear las normas y el “regate corto” para no dar explicaciones sobre sus acciones y no crear espacios claros para debatir y argumentar sus proyectos donde todas las partes podamos saber en todo momento el porqué de un proyecto u otro.

¿Es posible que estas personas dedicadas a la política se puedan tomar un café después de una sesión plenaria donde cada cual haya podido defender sus posiciones políticas con la pasión que le merece sus ideas? Muchas veces, tomando un café, se pueden acercar posturas y consensuar las posiciones finales donde todas las partes interesadas se sientan vinculadas y beneficiar a la sociedad. Si no es así, parece claro que estamos muy lejos de que se realice una verdadera política. Creemos que sólo están acostumbrados a la crítica fácil a través de los medios de comunicación, pensando que con ello se obtiene mayor rentabilidad social y política. Sin embargo deben saber que con descalificaciones, el regate corto o las trampas no se ganan elecciones políticas y menos aún un futuro político.

Se dice con frecuencia que todos los políticos no son iguales, para indicar de forma sibilina que el que lo manifiesta es mejor que los otros. Cuando se habla de vaguedades o tópicos parece evidente que no son iguales, de igual modo que no lo son las personas anónimas, tanto desde las perspectivas de la percepción individual de sus realidades como de su traslación a las conductas cotidianas. Pero en tanto en cuanto forman parte de los órganos de un partido, un gobierno, o cualquier órgano colectivo con sus acciones u omisiones parece claro que son corresponsables de la situación creada. Salvo que realmente entiendan que deben cobrar un salario público sin más contrapartidas ni responsabilidades y que el dejar hacer a los demás aunque no se participe directamente en ello no les afecta personalmente, lo cual es falso. Responsabilizar al partido es igualmente irresponsable, cuando sabemos que las siglas son sólo herramientas políticas para transformar la realidad social.

Las noticias publicadas esta semana sobre corruptelas, sospechas y conspiraciones en el municipio y que han vuelto a las primeras páginas de todo el país, nos han hecho recodar una frase de la novelista Camilla Läckberg, maestra de la intriga y el suspense, que decía: “En un pueblo que se esconde muchos secretos es peligroso conocer la verdad”. Cuando parecía que el pasado estaba camino de resolverse y que los políticos habían tomado buena nota para no caer en la tentación de volver a convulsionar a la sociedad poniéndola en un brete, vuelven a la crispación política y social como si este pueblo pudiera estar representado por supuestos capos sicilianos donde se esconden demasiados secretos.

Los ciudadanos sólo hemos querido de la política cosas sencillas: que funcione los servicios básicos por los que pagamos nuestros impuestos y que los programas prometidos se conviertan en realidades porque ese es el fin de la política y donde los ciudadanos podamos colaborar y aportar ideas de la forma mas clara y transparente posible. No queremos políticos que se parezcan a empresarios, ni empresarios que se parezcan a políticos, los negocios deben ser producto de la empresa privada. En todo caso parece que no han sido capaces de realizar el ABC de la política y menos aún resolver las cuestiones más elementales para lo que han sido elegidos, pero además han ido más lejos faltando el respeto y la confianza a los ciudadanos, por los que han sido elegidos.

No podemos terminar con este cuadro de la realidad política actual tan desolador y denigrante socialmente, de ahí que debamos poner la esperanza y el acento en otros movimientos sociales que vienen planteando otros estilos de hacer política, esto es: manifiesto del mundo de la cultura, titulado “otra política y otros valores para salir de la crisis” y una carta abierta titulada “otra canarias es posible”. En la medida que estos pensamientos puedan ser compartidos y extendidos, cualquier ciudadano preocupado por disfrutar por un mundo mejor lo puede suscribir, se podrá crear un nuevo espíritu socialmente renovador e ilusionante y para ello debemos ocupar los espacios que por derecho propio nos corresponde, para no dar cabida a aquellos que están contaminados por otras corrientes, pero que están prestos para saltar a otros movimientos para pervertirlos tal y como nos indica la experiencia.

No hay comentarios: